Comenzó marzo y el carnaval pasó dejándose notar. La gente tenía ganas acumuladas de divertirse y mostrar normalidad, pese a que la pandemia aún no ha sido superada. Los "kintos" y su acompañamiento volvieron a tomar la calle. Los disfraces mostraron el color festivo, envolviendo y adornando a la gente que se atreve a ponérselos. Las asociaciones vecinales volvieron a mover su importante patrimonio humano y tomaron las riendas de la situación, haciendo bueno el dicho de que la unión hace la fuerza.
Nosotros pusimos nuestro pequeño granito de arena.
Gracias enormes a esas mujeres y hombres que tanto nos ayudan.
Ver a la gente reírse y divertirse, no tiene precio.
Mientras tanto, ha sido inevitable mirar de reojo las tristes noticias que llegan desde el este de Europa, donde la guerra quebranta la convivencia de un país y las amenazas se convierten en realidad. Y es que en este mundo globalizado, toda inestabilidad provoca graves consecuencias, ese efecto llamado dominó, que causa daños sin medida. La gente muere por cuestiones que escapan a su entendimiento. Cada vez son más los países gobernados por auténticos descerebrados, que duermen con el dedo encima del botón rojo.
Otro aviso más para seguir reflexionando...
