Cuando vuelves de las vacaciones, los problemas y preocupaciones están allí, esperando tu regreso. Si no aprovechaste el tiempo desconectado, lo lamentas las cuatro semanas siguientes (en ocasiones es mucho más grave). Esta vez he podido evadirme cuatro días acompañado de mi hijo, en uno de esos viajes que necesitas hacer porque quieres recordar la época que nunca volverá. Ese pasado imposible de reescribir, que forma parte de una importante historia de nuestra vida, una de tantas, que al volver a estar en aquel paraje, junto a la casa donde pasamos varios veranos, viene a la memoria. Y que un paisano del lugar te mire y tras dudar un instante, te pregunte "si tú eres hijo de una persona que trabajó conmigo aquí hace cuarenta años" (algo nos parecemos mi padre y yo), me hace pensar que todavía quedan recuerdos guardados allí, bajo las aguas del Río Esla o en el nuevo municipio que se asentó en torno a aquel primer poblado, el nuevo Riaño.
Lo más importante, la compañía.
Al volver, alguno de los contratiempos se solucionó, lo que estaba en marcha, sigue adelante y nos embarcamos en darle forma a las actividades culturales y deportivas que ahora están en marcha. Nos han preguntado varias veces sobre el mes de agosto y ya hemos confirmado que "algo habrá", posiblemente mañana lo haremos público y solicitamos desde aquí la colaboración de tod@s l@s vecin@s para que todo salga bien.
Hasta mañana, cuando salga el sol...
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