lunes, 10 de julio de 2017

Noche de velas

Querido hermano:
La fecha de hoy es tan importante como la vida misma. La casualidad ha querido que en tu trigésimo octavo cumpleaños en vez de soplar velas estemos nadando contracorriente, río arriba, remontando aguas en busca del remanso tranquilo, donde habitan y descansan los mejores peces, en espera de un buen lance y mejor batalla. No hay nada más importante que tú ni más urgente por quién luchar. Has de saber que las lágrimas no van a impedir que estemos contigo, que este difícil partido lo vamos a jugar y lo vamos a ganar juntos. En estos momentos no encuentro mejor forma de decirte que te quiero mucho, que espero poder ayudarte en todo lo que necesites y que esta noche, antes de cerrar mis ojos (si soy capaz), pediré un giro al destino para ti, porque te necesito en mi vida. Nunca he pedido nada a dioses en los que no creo, porque de tiempo a esta parte, ni en aquello palpable confío. Por experiencia he comprobado que la vida es de todo menos justa. Solicito una oportunidad a la maldita suerte que nos puso esta piedra en el camino, que nos otorgue la posibilidad de poder seguir nadando río arriba, camino de esas aguas calmas, en busca de esas buenas piezas que nos están esperando.
¡¡¡Esperanza hermano, esperanza!!!
Queda tanto que sonreír, que mi cabeza no alcanza a imaginarlo...
Feliz cumpleaños Roberto.

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