martes, 5 de junio de 2018

Moción de censura

La historia ha querido que empezara este mes de junio en medio de un gran momento de cambio. En este país no estamos acostumbrados a que las mociones de censura en el Congreso de los Diputados sirvan para algo más que dar luz a los líderes, situar posiciones enfrentadas o brindar al sol de la cobertura mediática que siempre tienen por parte de la prensa. Hasta ahora ninguna había logrado volcar la voluntad del gobierno y en esta ocasión, los motivos eran más que suficientes. El partido que gobernaba había sido condenado por su corrupción institucional (y lo que nos queda por ver en los próximos meses) que viene desde finales de los ochenta y después de una intensa semana, con aprobación de los presupuestos generales de 2018, que además casi garantizaba la finalización de la legislatura sin sobresaltos para el gobierno y sus socios, poco o nada hacía presagiar tamaño desenlace. Había que recuperar la dignidad. He de confesar que el mismo día que Pedro Sánchez presentó la iniciativa parlamentaria no llegué a confiar en el resultado. Sin embargo, la mayoría absoluta del hemiciclo ha tomado la decisión de hacer más historia (180 diputados elegidos en la últimas elecciones), derroncando al gobierno que apoyado por sus socios naranjas no daba crédito ni antes ni durante el proceso, haciendo buena la idea inicial y dando paso a un nuevo tiempo en el que las mayorías van a ser muy diferentes, prueba de ello es lo que ocurrió. Las reacciones posteriores ya las estamos viendo. Negación, insultos, contrariedad, prisa por nuevas elecciones, yo no le voté, no es legal, no es legítimo, golpe de estado, vergüenza, España se hunde, vienen los rojos (otra vez) y es que cada uno tiene sus opiniones, pero nadie se acuerda del respeto, la mesura, la sensatez y la templanza. La constitución ampara el proceso de manera expresa y literal en su articulado. Sería bueno que quien tiene la palabra y los micrófonos no se dedique a hablar del "ruido de los sables" u otras épocas pasadas (guerracivilismo), pues la actual oposición (PP) no recuerda sus pactos con PNV, CIU, Bildu (en el País Vasco) y otras hierbas (tiempo pasado y reciente), colaboradores necesarios en esta ocasión para desbancarlos. Memoria selectiva lo llaman.

La doctrina del miedo se acabó. 

Fin de la cita.

Enfrascados en este nuevo tiempo, volviendo a recordar que por primera vez el presidente elegido no era diputado (más historia), mañana conoceremos la composición del nuevo gobierno nacional, con presumible y esperada paridad de mujeres y hombres, con un reto nunca antes visto, inmensa minoría, pero con ganas de hacer ver que otra manera de gobernar es posible. Espero y deseo que se recuperen los derechos y la dignidad perdidas, que se logren objetivos a corto plazo que supongan la recuperación de esta sociedad anestesiada y que se consigan grandes consensos, rotos por el gobierno saliente en educación, sanidad, pensiones, libertad de expresión, dependencia, empleo, lucha contra la corrupción, etc. 

Largo camino queda y por pedir, que no sea.

Salud!!!  



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